La mayoría no lee las etiquetas de los productos antes de consumirlos. Hacerlo es importante para tener una alimentación saludable.
Estudios han demostrado que solo el 9 por ciento de yogures comerciales contenía menos de 5 gramos de azúcar, es decir que solo la minoría podía ser clasificada como bajos en dulce. El resto, entre los que estaban los orgánicos, contenían mucho más azúcar del que cualquiera podría creer, incluso más que una gaseosa. El problema con esto es que la gente considera ciertos productos como saludables, sin saber lo que contienen realmente por dentro.
El consumidor dedica poco o nada de su tiempo a la lectura de las etiquetas nutricionales. En consecuencia, comen alimentos que parecen saludables, sin saber qué cantidad de azúcar y grasas tienen ni qué químicos y conservantes fueron usados para su elaboración. Por eso recomiendan leer las etiquetas de nutrición para escoger bien los alimentos y evitar el sobrepeso y la obesidad, condiciones que ponen en riesgo de enfermedades cardiovasculares a las personas.
“Saber leerlas nos ahorra la necesidad de satanizar los alimentos. En vez de pensar qué tanto aporta o no, hay que mirar con qué frecuencia se puede consumir". Por ejemplo, hay alimentos o dulces que no cumplen con las recomendaciones de salud, pero eso no significa que no se puedan comer, ni que sean malos. Lo perjudicial es que los consuman todos los días.
Uno de los primeros errores que cometen las personas al leer una tabla nutricional, es solo fijarse en las calorías que tiene el alimento cuando ““el valor más importante es la fuente de esas calorías y de dónde provienen”, es decir,qué cantidad de grasas saturadas, insaturadas o trans contienen. Otro de los errores comunes es que las personas compran alimentos con etiquetas light sin saber muy bien qué significan. “Hay que aprender a saber bajos en qué. Pueden serlo en grasas, en sal o en azúcar. Por eso, si yo me quiero cuidar del azúcar no es suficiente con leer que es light, debo leer la tabla y verificarlo”.